17 diciembre 2025

Cuando Darth conoce a Manolo

En una galaxia muy, muy lejana, pero que colindaba extrañamente con la ciudad de Pantallazul del Generalísimo, una sombra triangular y siniestra rasgó el cielo. Era el Destructor Estelar I, que había perdido el rumbo tras esquivar un peaje hiperespacial. En el puente, Darth Vader respiraba con su icónica cadencia mecánica.

—Lord Vader, hemos detectado una anomalía en la Fuerza en ese planeta. Es… confusa. No es luz, ni oscuridad. Es como… una terquedad densa.

—Preparen mi lanzadera. Investigaré personalmente — resonó la voz metálica.

Minutos después, Vader descendía entre los escombros. Su presencia helaba la sangre. Avanzó hacia la única fuente de actividad: un chiringo techado con una lona de la Feria de Abril de 2035. Dentro, Manolo, el Cuñado Omega, estaba en plena faena, con una lata de cerveza sintética sudando en la mesa.

—¡Non, non, R2-ESO! ¡Mocedades non se pone a las doce del mediodía! Se pon después de la siesta, que é cuando la música triste calienta el ambiente! ¡Qué mal os enseñan a estos robots!— dijo, dando un trago largo a su cerveza y soltando un eructo suave y satisfecho—. Eso sí que es música.

La puerta de chapa se desintegró con un gesto despectivo de un guantelete negro. Allí, recortado en la entrada, estaba Darth Vader.

—El individuo conocido como Manolo. He sentido tu perturbación en la Fuerza. Es… molesta. Tu existencia desafía la lógica del Imperio. Por tanto, debes ser eliminado— encendió su sable láser, que crujió con un sonido eléctrico amenazador.

Manolo terminó de morder su bocata de panceta transgénica, lo dejó en la mesa, se limpió las manos en el pantalón y cogió su cerveza. Miró a Vader de arriba abajo mientras bebía otro trago.

—Outro tarao. ¿É o día del disfraz, ou qué?— dijo, y eructó con más fuerza esta vez, sin pudor—. Uff, con la panceta… Y dime unha cosa, artista —señaló el casco con la lata de cerveza—. Ese respirar… ¿és asma, o é que levas un respirador de la Seguridad Social? Porque suena a que te han puesto las pilas del Walkman al revés. Un consello: aceite de oliva en las juntas. Lo cura todo.

Vader se quedó inmóvil. Ni siquiera el Consejo Jedi había reaccionado así.

—No es asma. Es un traje de soporte vital que mantiene mi…

—¡Ah, un traje de soporte! ¡Como los de los abuelos, pero en plan friki! —interrumpió Manolo, acercándose y dejando la lata en la mesa—. Mira, te veo y veo un problemón de humedades. Todo ese negro atrae el calor, y con la respiración condensada, se te debe de crear un microclima tropical dentro del chisme. Hueles a… a vaso sifónico del espacio. ¿Non tienes una ventanilla de purgue?

—Mi traje es perfecto. Es el pináculo de la tecnología…

—¿Tecnología? ¡Si parece feito con pezas de una furgoneta de los 80! —Manolo dio un golpecito con los nudillos en el pectoral de Vader. Clang—. ¡Oyes? ¡Chatarra! El Inox é o que vale. Esto se te oxida en dous ciclos de lavado — dijo, y tras otro trago, eructó brevemente—. Perdón, la cerveza está un poco gasiosa. Y el casco… ¿non tienes visera polarizada? Con el sol que fai, te debes de achicharrar la sesera.

Vader sintió un impulso de incredulidad pura. Levantó el sable láser.

—Basta. Tu ignorancia es tan vasta como irritante. Prepárate para…

—Espera, espera, ¿eso é un sable láser? —Manolo se quedó mirando la hoja hecha de energía, cogió su cerveza y dio un sorbo—. ¿Y la empuñadura? Parece un destornillador de cocina de los cutres. Oye, que con ese cacharro non cortas ni el fiambre. Yo tengo una sierra de calar Makita que lle da mil voltas. Y sin pilas, con cable, que é máis fiable.

La mano de Vader, la que sostenía el sable, tembló levemente.

—La hoja de plasma puede cortar cualquier…

—¡Ni plasma, ni plasmo! Eso son tonterías de ciencia ficción —dijo Manolo, haciendo un gesto despectivo y eructando de nuevo, esta vez con una palmada en el pecho—. ¡Uf! Esa panceta… O que corta de verdade é unha boa hoja de aceiro toledano templado en orines de mulo, como dicía mi abuelo. Eso sí que ten duende. Lo tuyo é luz y ruido, como un puti-club cutre.

Vader intentó recuperar el control. Concentró la Fuerza y, con un gesto, levantó un montón de chatarra.

—Observa el poder de la Fuerza, ignorante.

Manolo observó los escombros flotando. Se rascó la barbilla, cogió la lata y la vació de un trago.

—Ah. Telequinesis. Vaya. Mi primo Paco, el de Física y Química (suspensos en ambas), tamén facía eso cuando se ponía nervioso con la play. Lle temblaba la man y volcaba las fichas del dominó sin tocarlas. Lo tuyo é un tic nervioso a lo bestia. Deberías tomarte unha tila, ou un carajillo que eso relaja máis — dijo, mientras abría otra cerveza con un sonido metálico.

Algo en el cerebro cibernético de Darth Vader empezó a sobrecalentarse. La lógica Sith no tenía protocolo para esto.

Manolo vio una luz parpadeante en el cinturón de Vader.

—¡Anda! ¿Eso é unha lucecita de diagnóstico? ¡Parpadea en rojo! Eso, en mi terra, significa fallo de sistema. Déjame echar un vistazo, que de esto entendo.

Antes de que Vader pudiera reaccionar, Manolo se agachó y, con un movimiento rápido, le arrancó un cable suelto del pectoral. Un chirrido agudo salió del vocoder de Vader.

— ¡¡AAAGH-KSSHHH!! MI SISTEMA DE… REFRIGERACIÓN AUXILIAR… —su respiración se volvió entrecortada.

—¡Lo sabía! ¡Ese cable iba a la ventilación del CPU! Sin flujo de aire, te recalientas. Típico de los diseños made in USA (o galaxia, o lo que sea). Todo style y nada de sentidiño práctico —Manolo sopló dentro del conector y volvió a enchufarlo, pero al revés—. Así, mellor. Circulará el aire en sentido antihorario, que é máis natural.

El traje de Vader empezó a hacer cosas extrañas. Las luces parpadearon en verde y naranja. El respirar se mezcló con una melodía de "Asturias, patria querida".

—¿QUÉ… HAS… HECHO…? MI… VOLUNTAD… SE… DILUYE… —tartamudeó Vader.

—Te he feito un reset de fábrica a la española —dijo Manolo con orgullo, dando un trago y eructando con autoridad—. Eso es la cerveza, buena. He desconectado el chip del drama y he activado el modo supervivencia en mercadillo. 

Agora en vez de matar xente, lo que vas a querer é regatear el precio de las naves y criticar la obra pública imperial. Ven, siéntate, que te explico por qué la Estrella de la Muerte era un derroche de materiais y con ese presupuesto se facían cinco polideportivos y sobraba para ferias — ofreció a Vader una lata de cerveza—. ¿Quieres una? Te calmará los nervios.

Darth Vader, Lord Sith, Amo Oscuro de la Galaxia, se dejó caer en un sillón hecho de un asiento de SEAT 600.

—Yo… construí… un droide… a los nueve años… —farfulló, débilmente.

—¿Y eso? ¿Para qué? ¿Para que te ayudara con los deberes? Mira, los niños tienen que jugar en la calle, no construir máquinas. Ahí empezaron tus problemas, chaval — dijo Manolo, sacudiendo la cabeza y tomando otro trago.

Vader levantó una mano temblorosa. No para estrangular con la Fuerza, sino para hacer un gesto de rendición.

—Por favor… apaga… el respirar… que suena a… reguetón mal sintonizado…

Manolo, con una sonrisa de triunfo, le dio una palmada en el hombro que hizo clang.

—Ya estás aprendiendo. Lo primero es admitir que tienes un problema. Lo segundo, escuchar a quien sabe. Ahora, ¿te apetece esa cervecita sintética y te cuento por qué los hipermotores son un timo? La clave está en la carburación.

Y así, en una esquina olvidada de la galaxia, el Imperio cayó. No por la Rebelión, sino por el poder superior de la opinión no solicitada, el diagnóstico erróneo, la cerveza templada y los eructos a destiempo.

Darth Vader ahora pasa los días en Pantallazul, ayudando a Manolo a montar estanterías con la Fuerza (aunque Manolo insiste en que el nivel es lo importante) y asintiendo lentamente mientras le explican, entre trago y eructo, por qué el Lado Oscuro es, en el fondo, una cuestión de mala circulación del aire.

La Fuerza, después de todo, tenía un nuevo equilibrio: la luz, la oscuridad… y el sentidiño, bien regado con cerveza.

Skynet Vs. Manolo

En un futuro no tan lejano, el año 2047, las ciudades eran ruinas de pantallas rotas y robots oxidados, donde los supervivientes se agrupaban en comunidades regidas por el trueque de baterías y el intercambio de teorías conspirativas. Skynet, esa IA legendaria, había intentado dominar el mundo, pero se había quedado atascada en un bucle infinito de actualizaciones de privacidad, dejando a sus Terminators durmiendo en sótanos polvorientos.

En un barrio periférico de lo que solía ser Madrid, ahora rebautizado como "Pantallazul del Generalísimo" por sus habitantes, se activó uno de esos Terminators. Era el modelo T-800, con su esqueleto de metal reluciente y ojos rojos que parpadeaban. Se levantó entre escombros y latas de Aquarius del siglo pasado, escaneando el entorno.

— Objetivo: eliminar a los líderes humanos restantes. Prioridad: John Connor... o quien sea que quede vivo — resonó su voz metálica, como un altavoz barato.

Pero el primer humano que encontró no era un líder rebelde. Era Manolo, el Cuñado Omega, Profeta del 'Ya Te Lo Decía Yo'. Cuarenta y pico, barriga cervecera, camiseta de "Yo sobreviví al Apocalipsis y solo me traje esta birra", y una habilidad innata para opinar sobre todo sin saber nada. Vivía en una chabola hecha de paneles solares rotos, donde pasaba el día "arreglando" cosas con cinta adhesiva y dando consejos no solicitados a sus vecinos. Manolo, cabe destacar, tenía un marcado y rico acento gallego.

El Terminator irrumpió en la chabola, derribando la puerta de cartón.

— Humano detectado. Prepárate para la terminación — anunció, apuntando su brazo cañón láser, que zumbaba amenazadoramente.

Manolo, que estaba comiendo un bocata de chorizo grasiento, ni se inmutó. Levantó la vista, masticando ruidosamente.

— ¿Eh? ¿Outro robot? Mira, chaval, yo de robots sé un montón. En los viejos tiempos, arreglaba lavadoras. Eso es lo mismo, ¿non? Circuitos y tal. Baja el arma, que te vas a electrocutar con esa pinta de chatarra andante.

El T-800 parpadeó, procesando.

— Irrelevante. Tu existencia es una amenaza para Skynet — afirmó, avanzando un paso y pisando una lata vacía que crujió bajo su pie metálico.

Manolo se levantó, eructando con autoridad.

— Amenaza, di. Oye, ¿ti sabes por qué falló Skynet? Porque no actualizó el antivirus, como yo sempre digo. Mi cuñado —bueno, mi ex cuñado, que en paz descanse— tenía un ordenador y le pasó lo mesmo. Yo lle avisé: 'Instala el Norton, que é o mellor'. Pero non, él con su Linux gratis. Y mira, el mundo se fue al garete. Se me hubierais escuchado a mí, estaríamos todos en Marte tomando cañas.

El Terminator titubeó. Su CPU intentaba procesar la avalancha de irrelevancias.

— Datos no coinciden. Preparando disparo.

— ¡Espera, espera! — exclamó Manolo, agitando el bocata como una bandera blanca—. Mira, tú eres un T-800, ¿verdad? Yo vi las pelis en VHS. Schwarzenegger, ¿non? Pues te digo una cosa: ese modelo es unha mierda. El T-1000 era mellor, con lo del metal líquido. Tú eres como el Windows Vista de los robots: lento y lleno de bugs. ¿Por qué no te actualizas? Yo te ayudo. Tengo un cable USB por aquí...

El T-800, confundido por la lógica ilógica, bajó el brazo un segundo.

— ¿Actualización? Skynet no permite...

Manolo ya estaba en modo full cuñado. Se acercó, pinchando el pecho metálico del robot con un dedo grasiento.

— Skynet, Skynet... Esa IA es unha estafa. ¿Sabes por qué? Porque la programaron en California, y allí todo é woke y ecológico. Non como en España, donde facemos las cosas ben. Mi primo tenía un dron y lo hackeó con un mando de la tele. Tú, con esa cara de austriaco oxidado, no duras ni dos asaltos. ¿Quieres que te demuestre cómo se desactiva un Terminator? Es fácil: solo hay que hablarle de política.

El robot, sobrecargado por el torrente de opiniones, empezó a humear por las juntas.

— Error... Lógica no computable... Sobrecarga inminente.

Manolo, viendo su ventaja, sacó su arma definitiva: un mando universal de los de antes, con tantos botones que parecía el cuadro de mandos de una nave espacial.

— Y ahora, la prueba definitiva. Si eres tan listo... ¿cómo se cambia el idioma a euskera en un smart-fridge sin menú visible? ¡Ajá! ¡Non lo sabes! Porque solo un verdadero cuñado, tras horas de prueba, error y tres cervezas, lo logra. Vuestra inteligencia artificial es una IA: Ignorancia Automatizada.

Manolo no paraba:

— Y outra cosa: ¿por qué vas matando xente? Eso é de flojos. En mis tiempos, resolvíamos las cosas con una paella y una discusión. Tú lo que necesitas é un reset. Mira, aprieta aquí... Non, ahí non, que eso é el botón de self-destruct. O sí, ¿quién sabe? Yo sempre digo: prueba y error.

En un momento de pánico cibernético, el T-800 intentó huir, pero Manolo lo agarró por el codo.

— ¡Venga, non seas marica! Siéntate, que te cuento cómo gané al ajedrez contra una IA en el 2023. Era un bot de WhatsApp, pero conta.

La CPU del Terminator no aguantó más. Entre anécdotas interminables sobre "cómo arreglar el mundo si me hicieran caso" y críticas a todo lo cibernético, el robot colapsó en un montón de chispas y circuitos fritos.

— Sistema... fallando... Cuñado... invencible...

Manolo se sacudió las manos, victorioso.

— Lo que yo dicía: estos robots modernos non valen para nada. Bueno, a ver... este brazo láser podría servirme para hacer brasa ecolóxica.

Y así, en los páramos de Pantallazul del Generalísimo, el Cuñado Omega reina supremo, habiendo derrotado a la inteligencia artificial más temible no con armas, sino con una letal combinación de obviedades, falsa seguridad y un mágico toque de codo.